29/4/13





El arte como la mayor resistencia

La Próxima Resistencia ha resultado una de las lúcidas acciones del FIVAC, por su vocación de estimular el diálogo fructífero entre experiencias diversas a la hora de asumir la videocreación.

A la vuelta de varias ediciones, la muestra atesora más de 500 obras de 62 naciones, que han llegado a Camagüey como parte de proyectos curatoriales de disímiles festivales. Este año propone 200 de ellas.

Durante la inauguración, Teresa Bustillo, curadora principal del FIVAC, señaló que si hasta el momento se ha valorado la oportunidad de apreciar por esta vía a poéticas diferentes, un valor agregado constituye la presencia de varios representantes de proyectos, algo que enriquece sus lecturas en este contexto.

Ahora pueden confrontarse las propuestas del Festival Internacional de Videoarte Magmart, Romanian Contemporary Video Art, senseLAB xtended, Espacio Aglutinador,  el programa Kimuak, la Galería O+O (Oriente + Occidente),

Video Guerrilha, Vtape, la Facultad de Arte de la Universidad Carnegie Mellon, de Pittsburgh y el proyecto español “Sueños en el mar”.

La esencia misma de La Próxima Resistencia entraña la provocación de un tema polémico, relacionado con el hecho de curar el videoarte. En cambio, la permanencia de este espacio como garantía para seguir reflexionando en torno a este particular, ha facilitado el esclarecimiento de aspectos medulares, razón para que la crítica cubana Margarita Mateo hable del ahora como el tiempo feliz para la curaduría.

Al margen de lo que algunos pueden considerar como “la dictadura del crítico”, aunque no tenemos manera de comprobarlo, podemos reconocer que el tamiz de la sensibilidad, el conocimiento del género y la inteligencia de lo conceptual a lo técnico, confluyen como coordenadas valederas que ayudan al hombre actual a mirar, más que a ver, problemáticas relacionadas con la identidad, los enfoques de género, el activismo social y la discriminación.

Otro elemento común es el cuestionamiento a la relación del hombre con la tecnología desde múltiples aristas. En unos casos interesa más el anhelo por el último formato, en otros se cuida el contenido, y también es posible encontrar el equilibrio.

No sería justo comentar unas obras y otras no, pero considero necesaria al menos la alusión a determinados trabajos que ofrecen los enfoques variopintos por los que se ha llegado a la cuestión.

Artistas que residen en países con marcadas limitaciones de acceso a la tecnología avanzada, pudieran creer que el hecho de estar en un lugar de preconizado desarrollo le garantiza el beneficio de lo nuevo, como nos demuestra la universidad estadounidense Carnegie Mellon. El colombiano Felipe Castelblanco cursa allí una Maestría en Arte Multimedia que ha estimulado en la exploración a través de performances en espacios públicos.

Una de las obras se vale del lattice, un tipo de tarjeta electrónica que se está usando en dispositivos de tecnología de punta como los teléfonos celulares, con negativas implicaciones ecológicas. Pero Castelblanco insiste en algo que no es muy tenido en cuenta:

“Nos interesa abordar temas vinculados de alguna u otra manera a la tecnología, pero eso no significa que tengamos gran acceso, al contrario. Hay limitaciones. No sabes cómo funciona algo en profundidad, no es fácil comprarlo, no es fácil ponerlo en función de un proyecto artístico y mucho peor, las personas no saben que esas tarjetas de cristales tienen un impacto ecológico importante.

“El artista es una especie de mediador que coge un aparato, lo desarma, o crea un performance acerca de un producto que de repente nadie sabe qué implicaciones tiene, y aborda los objetos de manera reflexiva para ampliar el campo de interpretación y discusión, y lograr así que otras personas entiendan”.

El FIVAC para los de la “Carnegie Mellon” representa una puerta para visibilizar obras y para establecer intercambios con los videoartistas cubanos, con el propósito de futuras muestras caribeñas para llevar a Pittsburgh.

Ese sentido de fraternidad emerge de la organización canadiense VTape, con experiencia en la promoción y distribución de estas obras que históricamente han encontrado obstáculos para su merecida circulación.

Por otro lado, senseLAB xtended marca de manera especial esta resistencia, por los resultados de la colaboración entre la Universidad de las Artes de Cuba y la Allan Hochule, de Bonn, Alemania.

Modelaron un proyecto de investigaciones que comenzó con ejercicios académicos, con el pretexto de la relación sensorial dentro del arte y la premisa de que este es un reservorio espiritual destinado a salvar al hombre contemporáneo.

En ese afán de romper los límites entre dos extremos culturales occidentales, Cuba y Alemania, se ha desarrollado una visionaria corriente de pensamiento, como evidenció el crítico de arte Frencis Fernández:

“Hay una filosofía dentro de los nuevos medios que es mucho más compleja, porque implican otras plataformas programáticas, interactivas, de cómo un factor conduce a otro. Esto te lleva de un punto de vista virtual a otro físico. Y no estoy hablando del videoarte que es una cuestión muy vieja”.

La Próxima Resistencia también da pie a otro tipo de empeños, como interesar a otros festivales hacia el FIVAC. De esta manera la institución camagüeyana se integró, por ejemplo, al VIDET, al Festival de Arte de Soria y al DVD Project, todos de España y al EJECT de México.

Además se ha estimulado la voluntad de premiar en el certamen de Camagüey, lo cual implica cuidarse de ciertos equívocos. Como sugirió Sandra Ceballos, representante de Espacio Aglutinador: “Hay mucha gente perdida con la tecnología, con una actitud muy formalista con la tecnología como materia en bruto, y la historia de lo que quieren comunicar, lo que quieren decir o necesitan expresar, se queda en el fondo”.

Evidentemente, esta muestra internacional que aglutinó once proyectos curatoriales, reafirmó la necesidad de utilizar la tecnología que responda a una idea, a una necesidad de expresar sentimientos, sin que la obra sea necesariamente conceptualista. Aun cuando se emplee alta tecnología, al decir de la Ceballos, basta que tenga un sentido más artístico y menos artesanal.

Por: Yanetsy León González / Equipo del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey.

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