Besarse con tecnología

Después de una espera con cierto tinte enigmático, la plaza San Juan de Dios perdió su habitual tranquilidad y  compostura. Luego de quebrarse la inercia causada por la tecnología, el público comenzó a entrar en calor, y los besos fueron llegando poco a poco y en progresión, tal como se esperaba.

La obra titulada El beso es una especie de “cadáver exquisito”, ideado y construido colectivamente por los artistas que participaron durante estos últimos tres días en el taller de creación sobre electrónica básica aplicada a la videocreación, impartido por los profesores Felipe Castelblanco y Yusnier Mentado.

Usando como pretexto un tema recurrente en la historia del arte –tratado por grandes como  Gustave Klimt y Auguste Rodin- los artistas se valieron de proyectores, arduinos, leds, sensores de reconocimiento facial y otros dispositivos para lograr una interacción con el público, que fue capaz de trascender la función hedonista del arte y explotar su carácter lúdico, movilizador.

Pero más allá del resultado, podemos decir que el taller nos deja cuatro lecciones de importancia capital en estos tiempos donde la tecnología es       parte inseparable de nuestras vidas: 1- Concebir barreras rígidas entre arte y tecnología es hoy un absurdo que desconoce tanto la historicidad de cualquier proceso, como las potencialidades demiúrgicas del creador; 2- La tecnología no puede ser concebida como un fin en sí misma, sino como un medio para cuajar ideas mayores; 3- El arte ya no es solamente la obra de un “genio aislado” sino que también reclama de dinámicas coolaborativas, y 4- Es necesaria la socialización de prácticas y conocimientos como parte del propio proceso creativo.

Desde este punto de vista y si tenemos en cuenta lo visto en la Plaza San Juan de Dios, podemos decir que el taller fue uno de los aciertos de este Festival y que experiencias como esta deben tenerse en cuenta para próximas ediciones.

Por: José Raúl Gallego Ramos / Equipo del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey.