Retos de un festival
Cámara de papel, el boletín oficial del FIVAC, quiso, en el último número de este año, conversar con Jorge Luis Santana, presidente del evento, y compartir sus sueños, sus preocupaciones. No fue fácil “atraparlo”. De un lado a otro de la ciudad, siempre atareado, preparando las muestras, guiando a su equipo, este hombre no descansa en su empeño por hacer, del otrora Puerto Príncipe, sede confiable para la mayor fiesta del videoarte en Cuba.
Enseguida brotaron las ideas y con profunda modestia comentó sobre lo necesaria que se ha vuelto esta cita. “Lo más importante es la consolidación de un espacio, cada vez mayor, para los creadores que hacen este tipo de arte. Hemos querido hacer de Camagüey el sitio donde la gente no solo venga a exponer, sino también a aprender, a nutrirse del conocimiento de valiosos especialistas”.
--En ese sentido ¿Qué puede ofrecer nuestro país?
“El solo hecho de que sea en Cuba ya es provocador. Nuestra realidad, con virtudes y defectos, nuestro propio contexto histórico es un imán atrayente y, por otro lado, a pesar de la brecha tecnológica, las obras cubanas están al mismo nivel de lo que se hace en el extranjero. Aquí hay menos recursos y por eso quizás más eficiencia. Nuestros creadores tratan de hacer una obra más competente en el orden de las ideas y los conceptos. Allí está el gran mérito”.
-- ¿Cómo es que logra el FIVAC trascender las carencias tecnológicas?
“Ese es un tema siempre complicado en cualquier evento, pues la ciencia avanza a un ritmo vertiginoso. En nuestro caso es esencial, pues a diferencia de otros eventos, en el videoarte uno tiene que preparar el espacio de acuerdo a las características de cada obra. Nosotros tenemos que agradecer el apoyo que hemos recibido de diferentes instituciones nacionales y extranjeras. En primer lugar destaca el respaldo de la Dirección Provincial de Cultura, el cual ha ido creciendo en la medida en que el Festival ha logrado resultados. También ha estado con nosotros COSUDE, que entre otras cosas financió el alquiler de la tecnología necesaria para presentar las muestras en el Festival. Y por otra parte, la labor de todo el comité organizador y de la Productora General, sin los cuales no hubiesen sido posible muchos de los logros que hoy exhibimos, porque el FIVAC posee una dirección colectiva”.
-- Varias organizaciones extranjeras apoyan los premios ¿Qué significado tiene para la producción nacional?
“Gracias a esos premios muchos artistas cubanos pueden materializar su obra, comprarse sus equipos, obtener presupuesto para que sus sueños se vuelvan realidad. En Cuba, dentro de las artes plásticas no existen muchos concursos en los que el premio sea un incentivo directo. Por eso nos concentramos en gestionar esos recursos”.
El Festival posee un rigor científico extraordinario, no solo por el prestigio de los panelistas o por el trabajo de curaduría, sino también por las encuestas ¿Cuánto pueden aportar esas investigaciones?
“Por experiencia personal te digo que pocos eventos en el país logran un rigor de evaluación tan alto. Nosotros nos integramos a un grupo de estudiantes y profesores de Estudios Socioculturales de la Universidad de Camagüey y cada año perfeccionamos más las técnicas de investigación que empleamos. Este estudio nos permite la retroalimentación, acercarnos más al público y a los artistas; que sus criterios se tengan en cuenta para la realización del evento.”
Desde la pasada edición el Festival posee carácter bienal, ¿qué hace el FIVAC en el espacio de tiempo que transcurre entre una y otra cita?
“Desde la primera vez nosotros dijimos que el evento tenía carácter itinerante. En estos cinco años hemos enviado muestras a varios festivales internacionales e impartido conferencias en países como España, México y Estados Unidos. Queremos convertirnos en promotores de lo mejor que se hace en Cuba en materia de videoarte. En lo adelante contaremos con un fondo de apoyo brindado por la Real Embajada de Noruega en La Habana, para estimular la producción nacional. Esta nos está ayudando desde hace tres años, recientemente pudimos visitar Estados Unidos y divulgar nuestro evento. Así fue que contactamos con la Universidad Carnegie Mellon y que logramos introducir en esta edición un Taller de Creación.
Queremos también realizar una gira por el país para presentar el archivo del Festival que ya es inmenso”.
Después de un buen rato, Santana se ríe, se queda pensativo por un momento y con una sonrisa discreta que no logra disimular, me cuenta los sueños pendientes…
“Tenemos que establecer un centro de referencia, una sede propia para el FIVAC. Pensamos en un lugar que la gente pueda visitar y nutrirse de conocimientos, revisar bibliografías, muestras de videos de otros años. Asimismo necesitamos que en ese sitio se pueda filmar, editar, hacer videoarte. Queremos extender las fronteras del Festival, incluir otras vertientes del arte contemporáneo, añadir obras más interactivas, con mayor presencia de la electrónica. Iremos expandiéndonos en la medida en que podamos acceder a las grandes conexiones globales, en que nuestras posibilidades nos lo permitan, pero sin descansar un segundo en el intento por llevar a adelante el videoarte en Cuba”.
Por: Rafael Gordo Núñez / Equipo del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey.