ANIMACIÓN MÁS ALLÁ DE LA INDUSTRIA
La animación como lenguaje abarcador
de una libertad creativa e ineludible se remonta al hombre del
Paleolítico, quien ya intentaba capturar el movimiento a través de
dibujos de bisontes con más de cuatro patas en las paredes de las
cuevas. Desde entonces esta técnica ha estado estrechamente
vinculada a expresiones como la pintura, la escultura, el teatro de
sombras, la fotografía y por supuesto el audiovisual (si entendemos
como animación al procedimiento de capturar o simular el movimiento
ya sea a través de dibujos, muñecos, siluetas, etc.)
Lejos del estigma que durante años ha
perseguido a la animación, enjuiciándola como una técnica menor
asociada siempre a fines didácticos y al entretenimiento infantil,
la autonomía de este medio aún es un mundo con muchas aristas por
explorar.
Debemos partir de que el espectador, al
consumir un producto de animación, asume de antemano una postura
diferente que ante cualquier otra imagen, pues advierte que se
enfrenta a un universo "inverosímil", independiente,
regido por las leyes del creador, del artista. Desde esta postura en
la recepción de la obra de arte el público es capaz de asimilar
ideas y propuestas que con otras técnicas le parecerían remotas,
demasiado grotescas, agresivas.
Es entonces la animación una
representación de segundo grado. Donde el artista no solo dota de un
simbolismo al objeto, sino también que crea al objeto mismo,
concediéndole un sentido estético. El objeto como máxima expresión
de variados significantes, como metonimia particular de una realidad
objetiva. Aquí la importancia a la hora de elegir la forma, o la
técnica a utilizar, dentro de la animación, pues éstas también
forman parte del discurso del autor.
Sobre lo anterior Paul Wells en el
libro Understanding Animation publicado en 1998, explica que la
capacidad del audiovisual de animación trasciende por su simbología
al mundo concreto, se resiste a él, y esta capacidad le permite
ilustrar estados de conciencia mucho más genuinos tanto en el
receptor como en el creador.
Las nuevas tecnologías han abierto un
diapasón de posibilidades para todos aquellos que apuestan por este
lenguaje, ya no es necesario tener habilidades en el dibujo con las
nuevas herramientas digitales.
Aunque bien es cierto que requiere de
un conocimiento previo de sus pautas, otra de las ventajas que no se
pueden negar es el abaratamiento de los procesos de producción de la
obra. Lo que llevaría muchos recursos representar en el mundo
objetivo, se puede lograr mediante la animación solamente con una
computadora. Cada vez existen más programas que facilitan la
animación y expanden la frontera de esta a un terreno donde la
creatividad del creador es el único límite.
Es cierto que realizar una animación
es un trabajo engorroso y paciente. Quizás por esta razón la
producción del arte de dibujar el movimiento se encuentre en manos
de grandes productoras especializadas. Aunque hay algunos autores
independientes, sobre todo provenientes de las artes plásticas, que
se han aventurado a la experimentación en el proceso de animar.
Autor: Ingrid Castellano Morell,
Fuente: Oficina del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey
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