20/10/17

Choteo de la indagación








Jorge Mañach´s Indagación del Choteo¹ has rightly emerged as one of the founding writings of Cuban culture. This fundamental Cuban —heir to the most incisive and perceptive elements of the island´s sociology— has immersed himself in the symbolic reconstruction of a vague, lateral, oblique and, mostly, “reyoya” ² communicative strategy. I still wonder if this innate tendency to mockery, irony and even sarcasm has propelled our cultural assets or undermined our credibility in the eyes of the other.
This leaning towards irreverence without stepping on sacrilege, the ability to disagree without arousing suspicions, the ingenuity to reveal truths that are half-absurd and to expose absurdities that are half-truth, have placed us in a comfort zone of continuous simulation where “say” and “stay” are synonymous and what can´t be cured must always be endured. The current exhibition, Choteo de la indagación3, is obviously inspired by Mañach´s text. It aims, however, to emancipate that “choteo 4 from certain reductionist strings to grant it the benefit of the doubt, even if it entails the exposure of sensitive issues.
The term “artivism” has been used in contemporary art theory and criticism to refer to the merger of art and social activism, and to recognize art projects loaded with powerful social content that overshadow the traditional aesthetic function of art. Despite the efforts of artists, art critics, and curators in taking this kind of action seriously, the sublime aura of art strives to weaken the spirit, minimize the significance, eliminate the traces of every possibility of transformation; as if everyone knew that art —to be art— can never be harmless; as if every inquiry arising in the fields of art always led to the mockery of inquiry itself.
That said, it appears that a swaggering stigma threatens to seize the very nature of art, leaving no other choice, but resignation, to erase the endless differences between art and life. The intention, however, has remained for over 50 years now. In 1965, Beuys attempted to explain art to a dead hare, while Kosuth “redefined” it through a chair. Both actions contributed to a seemingly reduced gap between art and life, and to an apparent recovery of a missing stage during the process of defining art. Still, it was no more than a simulation, a utopia. Art has never been reality; art is not life —not yet—, and not all roads have led to that Rome.
Today, public opinion is manipulated and dismissed with the same cynicism that indolence and lassitude soak through human sensibility and emotions are stimulated with resorts that harden the threshold of human perception. When humans accept their role as their own predator, and sorrow and cruelty permeate our daily “food” intake; there is no room for wonderment, emotion and shudder… neither is there will to change the world for a piece of art. Choteo de la Indagación presents works of art that got rid of pointless metaphors to reveal an explicit discourse… and still, they are works of art. 
Personally, I´d rather believe that someday, Beuys’s and many others’ ideas will come down from the stiff pedestals where they are exhibited, will blur the boundaries between art and life, and will succeed in lifting the curse of mockery off artistic inquiry.
Teresa Bustillo Martínez
Translated by: Odeiny Gavira Tejeda
¹Inquiry into mockery.
²Spanish term to refer to a true Cuban, someone born in Cuba.
³Mockery of inquiry.

Choteo de la Indagación





Indagación del Choteo, de Jorge Mañach, ha trascendido –y con razón– como uno de esos ensayos-pilotes de la cultura cubana. Heredero de lo más agudo y perspicaz de la sociología insular, este cubano fundamental se enrola en la reconstrucción simbólica de una estrategia comunicativa difusa, lateral, oblicua y, sobre todo, “reyoya”. Hasta hoy me pregunto si esa inherencia a la burla, a la ironía, incluso al sarcasmo, ha favorecido nuestros haberes o, por el contrario, ha empequeñecido nuestra credibilidad y rigor ante el otro.
La propensión a la irreverencia sin llegar al sacrilegio; la habilidad para discordar y no levantar sospechas; el ingenio para revelar verdades esquizadas de absurdos, y viceversa; nos han colocado históricamente en una zona de permanente simulación, donde “digo” y “Diego” son equivalentes y el mal tiempo siempre lleva buena cara. La exposición que se presenta, Choteo de la Indagación, se inspira obviamente en el texto antes mencionado, pero, en vez de apegarse a las expectativas generadas por el choteo convencional, procura emanciparlo de ciertas ataduras reduccionistas, y confiarle el beneficio de la duda, aún en los temas más severos.
La teoría y la crítica del arte contemporáneo ya ha sistematizado el término artivismo para aludir a la sugestiva fusión entre arte y activismo social, y así poner en valor proyectos artísticos de un muy fuerte contenido social, en los que la función estética abandona su jerarquía tradicional. A pesar de la intención de artistas, críticos, curadores de tomar en serio acciones de este tipo, el aura sublimada de “lo artístico” se empeña en desvanecer el carácter, minimizar la importancia, aniquilar los visos de toda posibilidad real de trasformación, como si se supiera de antemano que para que el arte sea arte, nunca podrá dejar de ser inofensivo; como si cualquier indagación hecha desde el arte no tuviera más opciones que el choteo de la propia indagación.
Dicho así parece que un estigma soberbio se cierne sobre la naturaleza misma del arte, y que –salvo la resignación– no quedan alternativas para deshacer las diferencias históricas entre el arte y la vida. Sin embargo, la intención está planteada hace más de medio siglo. En 1965, Beuys intentaba explicarle el arte a una liebre muerta, mientras Kosuth lo “redefinía” con una silla. Con estos actos, el cisma entre las categorías concurrentes simulaba una contracción inesperada; simulaba la recuperación de un estadio perdido en el propio proceso de definición del arte. Pero era solo eso: una simulación o quizás, visto con mejores ojos, una utopía. El arte no ha sido nunca la realidad, no es todavía la vida, y no todos los caminos han conducido a esa Roma.
En el mundo de hoy la opinión pública se manipula y desestima con el mismo cinismo que la indolencia o la lasitud calan la sensibilidad del hombre, y los resortes para la emoción apelan a estimulaciones que le endurecen cada vez más sus umbrales de percepción. Cuando el ser humano acepta definitivamente ser su propio depredador y el sufrimiento y la crueldad subyacen en el consumo diario quedan pocas posibilidades para el asombro, la emoción, el estremecimiento… para tener deseos de cambiar el mundo por una obra de arte. Choteo de la Indagación muestra obras que, a mi juicio, discursan sin ambages y metáforas ociosas, pero que aún padecen de ese pecado original: insisten en ser obras de arte.
No obstante, en lo personal, prefiero seguir creyendo que un día las ideas de Beuys y tantos otros conseguirán escapar de los pedestales anquilosados que las exhiben; conseguirán finalmente elidir las fronteras entre el arte y la vida; y, sobre todo, conseguirán fundar una nueva noción en la que la indagación artística no esté condenada por el choteo.
Teresa Bustillo Martínez