Por: José Raúl Gallego Ramos
Aunque sus inicios se remontan a principios del siglo XIX como hotel y luego en el XX funcionó como tienda de víveres, estudio fotográfico, agencia de colocaciones y sede de espectáculos públicos; no fue hasta 1934 cuando el edificio situado en la otrora calle Estrada Palma empezó a vincularse a lo que sería su destino hasta la actualidad: la cinematografía.
Según cuenta Marcos Tamames historiador del arte que ha desarrollado una amplia investigación sobre el fondo arquitectónico de la ciudad de Camagüey- el cine Encanto se inaugura como tal el 24 de febrero de 1934, propiedad de los empresarios teatrales Castillo, Barillas y Cía. quienes lo concibieron como Salón Cinematográfico y de Variedades, gracias a la remodelación realizada meses antes por el arquitecto Francisco Herrero Morató.
A las 5 de la tarde, las personas acomodadas en las 391 lunetas del cine disfrutaron una súper producción de
Desde entonces hasta hoy mucha agua ha corrido y el cine Encanto ha vivido momentos que le han hecho honor a su nombre y otros, que lamentablemente se asociarían más a sus antónimos. Para 1955 el edificio vivió una importante transformación, duplicando sus capacidades, mejorando su tecnología y agregándole a su fachada una marquesina que estuvo considerada entre las más elegantes del país. En los años siguientes El Encanto continuó ofreciendo su programación a los camagüeyanos, hasta que hace una década los avatares de la naturaleza y la imprevisión obligaron a cerrar sus puertas indefinidamente.
Fueron los aires del medio milenio de la fundación de la ciudad los que volvieron a traer la esperanza de que el Encanto descorriera nuevamente sus cortinas. Sin embargo, una década de abandono deja huellas profundas que no se borran solo con pintura y buenas voluntades. Un lunetario inexistente, cielos rasos destrozados, instalaciones eléctricas e infraestructura eléctrica defectuosas, climatización inservible y también -hay que decirlo- demoras, contratiempos y desidias, han sido obstáculos que han entorpecido el empeño de los implicados.
Así, entre esfuerzos y tropiezos, el cine Encanto llega hoy a sus ochenta años, aún cerrado, lamentablemente, pero con la esperanza de abrir muy pronto sus puertas y sin fantasmas de apuros ni chapucerías. Es imposible negar el "encanto" de los aniversarios, pero la calidad es más importante que las fechas.
Cuando algunos apocalípticos hablan de la muerte del cine como instalación cultural, el Cine Encanto apuesta por adaptarse a los nuevos tiempos y las nuevas tecnologías, convirtiéndose en el primer cine 3D de la provincia y acogiendo al CEDINM, Oficina del Festival Internacional de Videoarte de Camagüey, con un grupo de proyectos socioculturales que incluyen galería de arte, laboratorio de creación audiovisual, circuitos de investigación y talleres comunitarios. Esperemos entonces, que el próximo 24 de febrero la intención se haya convertido en realidad y que El Encanto recobre para sí y para la ciudad, el significado de su nombre.